“Pon tu mano, Madre mía, ponla antes que la mía.” Sor María Romero.
Doy gracias a Dios por la oportunidad que me ha dado de servir en esta Obra, puesto que las experiencias que he vivido con las jóvenes son muy edificantes de manera espiritual.
A través de esta experiencia he aprendido a escuchar, a dar un abrazo y a entender el dolor de mi prójimo; es el Espíritu Santo quien me da palabras de aliento y ánimo para cada una de las jóvenes que vienen heridas en todos los sentidos.
También he aprendido a ser tolerante con las diferentes reacciones y caracteres de cada una de las jóvenes ya que yo soy una de las personas cercana a ellas, pero esta Obra es del Señor y Él es quien se encarga de que todo salga bien.