ENCAMINADOS POR APARECIDA
Al estar en total comunión a nuestra Santa Madre Iglesia, también hemos venido tomando como punto de partidas las directrices del Episcopado Latinoamericano sobre la dignidad humana, defensa de la vida y la ayuda a estas parejas o mujeres que necesitan este servicio de amor y fraternidad. Estar en línea con la Iglesia, nos hace no perder el rumbo, no desorientarnos con pensamientos o ideas propias de deseos personales sino, orientados y guiados por el buen Espíritu a ir por la línea otorgada por nuestros pastores.
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE
"APARECIDA —2007"
Capítulo 9
LA CULTURA DE LA VIDA: SU PROCLAMACIÓN Y SU DEFENSA
- El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, también posee una altísima dignidad que no podemos pisotear y que estamos llamados a respetar y a promover. La vida es regalo gratuito de Dios, don y tarea que debemos cuidar desde la concepción, en todas sus etapas, y hasta la muerte natural, sin relativismos.
- La globalización influye en las ciencias y en sus métodos, prescindiendo de los cauces éticos. Los discípulos de Jesús tenemos que llevar el Evangelio al gran escenario de las mismas, promover el diálogo entre ciencia y fe, y, en ese contexto, presentar la defensa de la vida. Este diálogo debe ser realizado por la ética y en casos especiales por una bioética bien fundada. La bioética trabaja con esta base epistemológica, de manera interdisciplinaria, donde cada ciencia aporta sus conclusiones.
- No podemos escapar de este reto de diálogo entre la fe, la razón y las ciencias. Nuestra prioridad por la vida y la familia, cargadas de problemáticas que se debaten en las cuestiones éticas y en la bioética, nos urge iluminarlas con el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia (cf. JUAN PABLO II, FR, 14 de septiembre de 1998).
- Asistimos hoy a retos nuevos que nos piden ser voz de los que no tienen voz. El niño que está creciendo en el seno materno y las personas que se encuentran en el ocaso de sus vidas, son un reclamo de vida digna que grita al cielo y que no puede dejar de estremecernos. La liberalización y banalización de las prácticas abortivas son crímenes abominables, al igual que la eutanasia, la manipulación genética y embrionaria, ensayos médicos contrarios a la ética, pena capital, y tantas otras maneras de atentar contra la dignidad y la vida del ser humano. Si queremos sostener un fundamento sólido e inviolable para los derechos humanos, es indispensable reconocer que la vida humana debe ser defendida siempre, desde el momento mismo de la fecundación. De otra manera, las circunstancias y conveniencias de los poderosos siempre encontrarán excusas para maltratar a las personas (cf. Evangelium Vitae).
- Los anhelos de vida, de paz, de fraternidad y de felicidad no encuentran respuesta en medio de los ídolos del lucro y la eficacia, la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, los ataques a la vida intrauterina, la mortalidad infantil, el deterioro de algunos hospitales, y todas las modalidades de violencia sobre niños, jóvenes, hombres y mujeres. Esto subraya la importancia de la lucha por la vida, la dignidad y la integridad de la persona humana. La defensa fundamental de la dignidad y de estos valores comienza en la familia.
- Para que los discípulos y misioneros alaben a Dios, dando gracias por la vida y sirviendo a la misma, proponemos las siguientes acciones:
a) Proseguir la promoción, en la Conferencias Episcopales y en las diócesis, de cursos sobre familia y cuestiones éticas para los Obispos y para los agentes de pastorales que puedan ayudar a fundamentar con solidez los diálogos acerca de los problemas y situaciones particulares sobre la vida.
b) Procurar que presbíteros, diáconos, religiosos y laicos accedan a estudios universitarios de moral familiar, cuestiones éticas y, cuando sea posible, cursos más especializados de bioética (Cf. Pontificio Consejo para la Familia, Familia y cuestiones éticas, 2006).
c) Promover foros, paneles, seminarios y congresos que estudien, reflexionen y analicen temas concretos de actualidad acerca de la vida en sus diversas manifestaciones, y, sobre todo, en el ser humano, especialmente en lo referente al respeto a la vida desde la concepción hasta su muerte natural.
d) Pedir a las universidades católicas que organicen programas de bioética accesibles a todos y tomen posición pública ante los grandes temas de la bioética.
e) Crear en las Conferencias Episcopales un comité de ética y bioética, con personas preparadas en el tema, que garanticen fidelidad y respeto a la doctrina del Magisterio de la Iglesia sobre la vida, para que sea la instancia que investigue, estudie, discuta y actualice a la comunidad en el momento que el debate público lo requiera. Este comité enfrentará las realidades que se vayan presentando en la localidad, en el país o en el mundo, para defender y promover la vida en el momento oportuno.
f) Ofrecer a los matrimonios programas de formación en paternidad responsable y sobre el uso de los métodos naturales de regulación de la natalidad, como pedagogía exigente de vida y amor (Cf. Evangelium Vitae 97, Humanae Vitae 10).
g) Apoyar y acompañar pastoralmente y con especial ternura y solidaridad a las mujeres que han decidido no abortar, y acoger con misericordia a aquéllas que han abortado, para ayudarlas a sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras de la vida. El aborto hace dos víctimas: por cierto, el niño, pero, también, la madre.
h) Promover la formación y acción de laicos competentes, animarlos a organizarse para defender la vida y la familia, y alentarlos a participar en organismos nacionales e internacionales.
i) Asegurar que la objeción de conciencia se integre en las legislaciones y velar para que sea respetada por las administraciones públicas.