PATRIMONIO ESPIRITUAL
- Es la vivencia bautismal solido fundamento de espiritualidad cristiana en la Trinidad-Amor,(1) cimentada en: -la Cruz, la Eucaristía y la vida- que hagan brotar el cargar las cruces diarias, la vida sacramental y las virtudes en especial la infancia espiritual (2) identidad contenida simbólicamente en la Cruz de Domus Vitae. El carisma de Domus Vitae es la –adoración eucarística y la evangelización (3)– desde donde ha brotado y renace la esperanza de ser discípulos y misioneros en la Iglesia enviados a servir.
- Domus Vitae es en la Iglesia, una obra que vive la plenitud bautismal: –sacerdotal, real y profética– que desde su trébede (4) en el –apostolado, la Oración y la comunidad- (5) participando así en el misterio pleno del Verbo Encarnado (6) que partiendo de este estilo de vida en un Ora et labora anhelan alcanzar:
1º. El ser verdaderos adoradores en espíritu y en verdad (7) desde la libertad de ser hijos de Abba Padre, atendiendo con amor el llamado realizado por el Verbo cuando dijo: El que quiera seguirme, niéguese así mismo abrace su Cruz y sígame. (8)
2º. El no dejarse transformar por los criterios del mundo, (9) sino nacer de estas pequeñas comunidades, como testigos y anunciadores del Evangelio que den fruto «a medida que la Eucaristía sea el centro de su vida y la palabra de Dios el faro de sus caminos,» (10) en una auténtica conversión espiritual y moral, hasta dar la vida (11) por el Verbo.
- Este patrimonio espiritual desde la Iniciación cristiana y hasta la catequesis permanente se realiza desde un proceso espiritual, que marca el perfil catequético articulado ordenadamente en un desarrollo gestatorio como el de un niño en el vientre materno que constata un proceso de nueve pasos: Perdón, María, Jesús Niño, Amargura de Cruz, Eucaristía, Dulzura de Cruz, Abba Padre, Espíritu Santo y Cruz de Luz que juntos forman la cruzada por la vida como columna de la catequesis general atendiendo a las líneas del art. 3 a fin de experimentar el trébede según lo establecido en el §1 y el art. 10.
[1] Cfr. Documento de Aparecida, 240. «Una auténtica propuesta de encuentro con Jesucristo debe establecerse sobre el sólido fundamento de la Trinidad-Amor. La experiencia de un Dios uno y trino, que es unidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo para encontrarnos plenamente en el servicio al otro. La experiencia bautismal es el punto de inicio de toda espiritualidad cristiana que se funda en la Trinidad.»
[2] Cfr. Mt 18, 3-5: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.»; Lc 9, 46-50
[3] Cfr. Discurso Inaugural Benedicto XVI, Aparecida: «El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana. De la Eucaristía ha brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las dificultades de los demás, de amor y de justicia. ¡Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará Latinoamérica y El Caribe para que, además de ser el continente de la esperanza, sea también el continente del amor!»
[4] RAE. Trébede: Aro o triángulo de hierro con tres pies, que sirve para poner al fuego ollas de barro, etc.
[5] Cfr. Documento de Aparecida, 175. «Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 2, 46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad.»
[6] Cfr. CEC 783; Concilio Ecuménico Vaticano II, decr. Apostolicam Actuositatem, 10; Juan Pablo II, Redemptor Hominis, 9.
[7] cf. Jn 4,24
[8] Cf. Mc 8,34; 1Cor 1,18. «Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios».
[9] Rom 12, 1-2. «Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto».
[10] Documento de Aparecida, 180.
[11] Cfr. Ga 2, 20-21. «con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.»