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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

El arma principal de esta consagración es el Santo Rosario, rezado en especial a los pies del Santísimo, en medio de esta batalla espiritual, que ganaremos con la oración. Los padres serán parte integral de este combate y deberán prepararse en oración, con vida sacramental, confesión y tiempo ante el Santísimo, para que obtengan de Dios la victoria y sus hijos logren vivir a profundidad este tiempo de gracia y oración: No duden que los niños pueden adorar a Dios y escuchar su Voz en el interior.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Padres, es tiempo de despertar. Sus hijos pequeños deben permanecer como niños: inocentes, puros, confiados en la voluntad del Padre, de la mano de Mamá María y siempre sumergidos espiritualmente en el vientre maternal de la Mater. Reciban este llamado que les hace el Niño Jesús, desde el vientre de su Mamá, para unirse con Él en la gran MISIÓN DE LOS NIÑOS POR LOS NIÑOS DEL MUNDO.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Así nuestros hijos —sus hijos— vivirán el triunfo del Inmaculado Corazón en su interior. Caminarán no solo bajo la protección de Santa María Virgen, Madre de Jesús, Reina y Madre nuestra, sino que también, como consagrados, recibirán la fuerza para luchar contra el pecado y contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios en sus vidas.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Espiritualmente, nos unimos a todas las Hostias consagradas y a todos los sagrarios de la tierra, especialmente a aquellos donde no hay adoradores; a todas las cruces, sobre todo a las rechazadas; y a todos los niños, particularmente a los abortados. De este modo, nuestro ofrecimiento se convierte en un acto de reparación, de unión y de amor universal.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Hacemos un LLAMADO A LOS PADRES, a aquellos que han recibido la gracia inmensa de ser padres de un hijo de Dios. Ustedes han sido llamados a ser buenos y santos administradores de aquello que es un don, la vida de un hijo que Dios mismo les ha confiado. Prepárenlos para que se consagren al Verbo Encarnado en el vientre de la Virgen, al Niño Embrión, al Corazón amante del Dios que se hizo Niño, que se ofrece desde el vientre de su Madre por la salvación del mundo.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Es una consagración de: los que se abajan para que Cristo reine en su interior. Pues, como dice la Escritura: “la victoria no depende de la muchedumbre del ejército, sino de la fuerza que viene del cielo” (1 Mac 3). Por tanto, la consagración de los hijos —y también la nuestra— a Jesús, Verbo Encarnado, a su Corazón de Niño, es una entrega total. Es la entrega de nuestros corazones y de los corazones de nuestros hijos para unir cada corazón, por medio del Inmaculado Corazón de María, al de Él, al Corazón triunfante del Verbo Encarnado. Para los niños pequeños, los padres serán su voz, para los niños en los vientres los padres realizarán las oraciones en nombre de ellos, de esta manera ellos también se consagrarán.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

Sin embargo, nos encontramos en medio de un fuerte combate espiritual (Ef 6,14-18), en el cual el demonio ataca especialmente a los niños por su pureza y su fuerza espiritual manifestada en la pequeñez. Busca destruir su inocencia y utiliza todos los medios —videos, música, juegos, formación escolar— para herir el alma de aquellos niños que son el pueblo escogido de Dios. También ataca a los adultos que conservan un corazón de niño, porque a través de ellos Dios obtiene grandes victorias.

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CONSAGRACIÓN DE LOS NIÑOS AL VERBO ENCARNADO

La Consagración a Jesús por María es el camino de los santos: un camino de total entrega del corazón a Jesús, como si el corazón fuera un territorio que se ofrece a Él para que construya su Reino en el interior de cada templo. Así los niños y los consagrados son formados como reyes, que lo son por su bautismo, y llamados a caminar en el sendero luminoso del reinado de la Cruz.

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PRESENTACIÓN

La Corona de Adviento, también conocida como Corona de Luces de Adviento, es un signo profundamente espiritual que expresa la alegría y la esperanza del tiempo de preparación para la celebración del nacimiento de Jesucristo. Este tiempo litúrgico nos invita a vivir con vigilancia, oración y conversión, a la espera de la venida del Salvador.

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Habrá un momento en que físicamente con la mano se debe exaltar la cruz. En la Cruz, encontramos la paradoja de la debilidad que se convierte en fortaleza, la necedad que se transforma en sabiduría y el amor divino que se entrega sin medida para la redención de toda la humanidad; exaltarla diariamente aleja a los enemigos de la salvación.

 

+ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Yo N/. (decir nombre propio) como miembro de la Santa Madre Iglesia y en medio de estos tiempos de prueba para la humanidad, reconozco que, como miembro del Cuerpo místico de Cristo, Él ha entregado su vida por mí. Con el anhelo profundo de las bodas del cordero y desde mi deber de estado, acojo amado Jesús el ser intercesor, por mi sacerdocio común, por la humanidad, la erradicación del aborto, la conversión de los pecadores, la Santificación de los ministros ordenados, la multiplicación de los adoradores eucarísticos. Contemplo mi vida como un don y reconociendo que soy indigno, en este día te alabo a Ti Dios altísimo, a ti Abba Padre, a Ti Espíritu creador, a Ti Hijo de Dios por haberme llamado a tu servicio. Abro mi corazón por entero para asumir mi día (y nombrar tu servicio en tu comunidad o estado de vida) con responsabilidad, humildad y alegría, con corazón de Niño ya que “Solamente los que son como niños, entrarán en el Reino de los cielos (Mt 18,3)”, dame la gracia para esforzarme, no poniendo mi confianza en mis propias fuerzas, sino en ti Abba Padre quien me haz llamo. En este día esta formación humana y espiritual, para ser como niño, la asumo desde la cruzada por la vida, desde mi comunidad, mi vida de oración, mi apostolado por construcción del Reino de los Cielos en la tierra, por salvaguardar la vida del niño por nacer, por mi santificación desde el Corazón del Verbo Encarnado.

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SALVEMOS VIDAS. SEMBREMOS ESPERANZA. ESCUCHEMOS SUS LATIDOS.