El 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios en la virginal entraña de María Santísima. La Encarnación de Cristo celebra que la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo o el Logos (la Sabiduría o Palabra), “se hizo carne” cuando fue concebido en el seno de la Virgen María. En la Encarnación, la naturaleza divina del Hijo fue unida de forma perfecta con la naturaleza humana en la persona de Jesucristo, que era “Dios verdadero y hombre verdadero” (Credo de Calcedonia). La Encarnación se conmemora y celebra cada año en la Fiesta de la Encarnación o Anunciación.
Según el Génesis (I, 27), una vez que había creado las infinitas estrellas, la tierra con sus montañas, mares, bosques y todo tipo de animales, Dios formó su obra culmen diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se muevan sobre ella”.